jueves, 7 de mayo de 2015

Juan y la soledad

Juan amaba la soledad. 

Se refugiaba en ella para encontrar lo que llamaba “el paraíso perdido”. 

Alguna vez había compartido la vida con una mujer, pero ahora estaba solo y lo disfrutaba.

Amaba leer los clásicos, escuchar música, escribir cuentos en la computadora portátil y soñar.

Odiaba que invadieran su intimidad e interrumpieran sus fantasías, pero secretamente esperaba que la oportunidad golpeara a la puerta. 

De repente escuchó un golpe, dos, tres… ¿Sería la oportunidad?.

Se levantó de un salto y abrió. 

Era Alicia, la vecina, quien, mientras le extendía una taza, le dijo: “¿Me prestás un poco de azúcar?”.

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