miércoles, 2 de marzo de 2016

Diario de un loco:05."primera persona del singular"

Escuchaba de fondo el tic-tac del reloj de la mesita de noche. Era de madrugada y el mundo estaba en estado profundo de letargo. No podía dormir. Sentía como si las horas pasaran lentamente. Como si el reloj jugara conmigo a ponerme nervioso y mi lecho no me permitiera hacer uso de él.

Me levanté y fui directo a mi espacio íntimo de trabajo. Mis atuendos eran simplemente un pantalón de lino fino, en color blanco crudo, que solía usar como anexo a mi piel cuando mi intención era estar cómodo en casa. Mi torso, yacía desnudo.

Al entrar en mi oficina, encendí la pequeña lámpara de sobremesa, de luz cálida y tenue,  que tanto me inspiraba y que tanto me había inspirado.  La luz incandescente me permitió divisar de nuevo mi viejo escritorio de madera noble de nogal. Me encantaba sentirme abrazado por tal objeto de semejante longevidad, comprado a conciencia en un anticuario de la ciudad. Me encantaba pensar las historias que mi escritorio con más de dos siglos, había presenciado, había permitido, había escuchado.

Sobre él, se situaba mi ordenador. Aquel que hacía de todo, menos ordenarme. Aquel que me permitía una ventana al mundo y que en ocasiones, un pasadizo sin pasar por caja directo al infierno.
Me deshice de mi piel falsa y me dispuse cómodamente, totalmente desnudo, en la butaca supletoria de mi viejo escritorio. Quería sentirme lo más próximo posible a mi unidad, a mi yo, a mi ser, a mi Dios, a mi diablo.

El desordenador, estaba encendido. Situé lentamente, estirando a la perfección mis dedos como si la intención fuera acariciar un piano con el objeto de hacerle hablar, mis manos sobre el teclado.
La primera frase compuesta que emergió de la pantalla fue; hoy voy a escribir en primera persona del singular, hoy voy a escribir de mí, hoy además de mi cuerpo físico desnudo, voy a desnudar el alma, mi alma.

Y me pregunté….cómo soy?

Me autodefiniría con un ser, racional, en ocasiones. Con cierto grado de inteligencia, sensibilidad y promiscuo sexualmente. Un ser que puede disfrutar leyendo sobre los grandes Maestros filósofos del helenismo, llorar con una excelente pieza musical, volar ante la contemplación de una obra de arte, gritar cantando una canción de rock o de pop, llegar al orgasmo moldeando en arcilla virgen el cuerpo de una mujer, o ser un depravado en la cama en consenso con mi pareja de baile.

Pero, cuál es mi “filosofía” de vida? Cómo vivo la vida? Cómo consumo las horas que me faltan para morir?

Volviendo a mis sabios de cabecera, aquellos que para mí sentaron las bases del pensamiento humano 300 años A.C.,  en la antigua Grecia, me hacía pensar en el final de la historia, me lleva a reflexionar como veo yo la muerte, aquella que tarde o temprano me llegará, y que incluso te llegará a ti.
Epicuro decía: “todo bien y todo mal residen en la sensibilidad y la muerte no es otra cosa que la pérdida de sensibilidad. La muerte en nada nos pertenece pues mientras nosotros vivimos no ha llegado y cuando llegó ya no vivimos”.

Yo estaba vivo y no podía estar más de acuerdo con este Sabio. No me preocupa la muerte, no me preocupa morir. Soy consciente de que mi estancia en esto que llamamos tierra, es fugaz, es efímera. Me preocupa la vida, me preocupa en como la consumo, en como la exprimo, sin pensar en el mañana. Además, comparto la primera afirmación de Epicuro “todo bien y todo mal residen en la sensibilidad”. Me considero poseedor de un cierto grado de sensibilidad, provisto de armazón de hormigón como muralla artificial de muchas de las insensibilidades de este mundo. Un sensible, a pecho descubierto, en el mundo que vivimos, sería obligado por voluntades ajenas a mutar a sufridor permanente, desgraciadamente.

Con carácter general me considero hedonista, es decir, mi filosofía de vida es la búsqueda de placer en todo lo que hago o pienso. Dentro de esta Doctrina ética de la antigua Grecia, existían dos corrientes. La escuela cirenaica que plantea que los deseos personales se debían satisfacer de inmediato sin importar los intereses de los demás  y la  corriente de los  epicúreos o también denominada hedonistas racionales, que es con la que identifico yo:

“Considerar que la felicidad consiste en vivir en continuo placer, porque muchas personas contienen el placer como algo que excita los sentidos. Epicuro consideró que no todas las formas de placer se refieren a lo anterior, pues lo que excita los sentidos son los placeres sexuales. Según él, existen otras formas de placer que se refieren a la ausencia de dolor o de cualquier tipo de aflicción. También afirmó que ningún placer es malo en sí, solo que los medios para buscarlo pueden ser el inconveniente, el riesgo o el error”.

Pero, si lo que excita los sentidos son los placeres sexuales (no excluyente de otros placeres), si tengo un buen sexo, soy o seré feliz?

Atendiendo  de nuevo a la filosofía del Epicureísmo, que como he mencionado previamente, comparto con absoluta plenitud,  los placeres y sufrimientos son consecuencia de la realización o impedimento de los apetitos. Epicuro distingue entre cuatro clases de apetitos, por tanto placeres:

Los naturales y necesarios, como alimentarse, abrigo, y el sentido de seguridad, que son fáciles de satisfacer.
Los naturales pero no necesarios, conversación amena, gratificación sexual.
Los no naturales ni necesarios, la búsqueda del poder, la fama, el prestigio.
Los no naturales necesarios, dinero, ropa...

Afortunadamente, tengo todos los placeres naturales y necesarios cubiertos, e incluso los no naturales necesarios. Los no naturales ni necesarios, no han sido ni son de mi interés. Me centraré en mi autoreflexión sobre mí, de los naturales pero no necesarios.

Para mí una conversación amena, es sinónimo de inteligencia entre ambos interlocutores. La gratificación sexual, es tener cubiertas tus necesidades físicas sexuales según los gustos personales de cada uno. Si le quitamos a la frase “según los gustos personales de cada uno”, tenemos sexo físico, que cumple su misión, pero no gratificación sexual.

He mantenido sexo con chicas que no es que no recuerde su nombre, es que era absolutamente incensario conocerlo por los dos. Me gustó, me gusta, es sexo en estado puro, placer físico a cambio de placer físico.

Pero…..y que me excita más?. Aquí realizaría una fusión en perfecto equilibrio de lo que dice el sabio de los placeres naturales pero no necesarios, es decir, conversación amena y gratificación sexual. Pero sin masa gris, solamente saciarás mi sexo físico.

Es decir:

“Encantado, Soy sapiosexual y lo que me más me excita de ti es tu masa gris.

Me pone que tu mente sea inquieta. Que te pongan las letras, la música, la ciencia, y el arte. Que a nada estimulante le digas que no. Me pone tanto que me estimules. Que todo te cause curiosidad y que desarmes y rearmes todo; mis pensamientos, los tuyos. Me pone que cuestiones al mundo, que no des nada por sentado, que vulneres el orden, sedicioso, subversivo. Me pone que empujes tus límites y que empujes los míos, que me dejes sin aliento, que me dejes deseando más.

Me pone cuando sabes cosas que yo no sé, y me las explicas, y me haces cómplice. Me pone que tus ideas me penetren y que tus palabras me violenten. Que me transgredas y que me atravieses entero, charlando. Me pone que sepas leerme. Que entiendas mi idioma. Que me pilles el humor, que me pilles la mirada. Que me retes y me invites a vivir en tu cabeza. Me excita que sepas cómo encontrar mi epicentro.

Me pone que te pienses ignorante. Que creas que sabes poco y que te falta aún por saber. Me pone que te conozcas tan bien que sepas entenderte, entenderme, y que siempre busques saber más. Que te comprometas con tus ideas y que no te de miedo cuestionarte o discutir: con los demás, contigo mismo. Me pone que te explores y que me explores a mí. Que sepas usar tu tiempo y que sepas cómo perderlo a conciencia. Me pone sentir que contigo me encuentro. Que contigo soy.
Me pone que escuches a tus demonios, y que de tanto en tanto, seamos los más malos del mundo, sin hacer daño a nadie, solo dándonos placer mutuamente.

Todo eso me pone…me pone mucho.”


Los placeres del cuerpo, aunque se consideran que son los más importantes, en el fondo su propuesta es el equilibrio voluntario y consciente de estos placeres, no su eliminación; no es posible conocer el placer si no se conoce el dolor, no se disfruta de un banquete si no se conoce el hambre.

Los placeres del “alma”, son superiores al placer del cuerpo: el corporal tiene vigencia en el momento presente, pero es breve, mientras que los del alma son más duraderos y además pueden eliminar o atenuar los dolores del cuerpo.

Llegado a este punto de autoreflexión, sentenciaría:

Fóllame el alma y después te follarás mi cuerpo.



“No había motivo para temer a los dioses porque estos, si bien existen, no pueden relacionarse con nosotros ni para ayudar ni para castigar, y por tanto ni su temor ni su rezo o veneración posee utilidad práctica. La muerte tampoco puede temerse, porque siendo nada, no puede ser algo para nosotros: mientras vivimos no está presente y cuando está presente nosotros no estamos. Cuando el hombre se libere de sus falsos temores y elija racionalmente sus placeres, llegará a ser un buen actor.”
                                                             Epicuro de Samos (Atenas, 341-270 A.C.)


Hadamus, solo escribo porque no se escribir.

lunes, 29 de febrero de 2016

Diario de un loco:04. "hay que conducir con precaución"

He cogido las gafas de sol y las llaves de mi automóvil partiendo rumbo al garaje de mi casa. Hoy tenía ganas de sentir la libertad, sentir como el viento me despeinaba, sentir como el viento me acariciaba. Me he aposentado cómodamente en él, he quitado el techo y he introducido un pendrive con la música seleccionada para el evento liberador.

Nada más salir, notaba como los rayos ultravioletas penetraban por mi cuero cabelludo. Notaba el calor. Notaba el masaje calentito. Mi intención era cruzar la urbe y emprender destino a una pequeña carretera que conozco, a las afueras, poco transitada y que corona un pequeño monte donde existe un mirador desde el que se contempla toda la ciudad. Era consciente, que hoy era un día laboral, que no me encontraría a nadie en mi estampida, que estaría solo, que quería estar con ella y que quería abrazar a solas, a la soledad. Deseaba escuchar el ruido del silencio.

Aún dentro de la urbe  y ansioso por llegar a la carretera solitaria para poder aumentar el volumen de mi reproductor, me detengo en un semáforo en una vía amplia de dos carriles para cada sentido. Circulaba por la derecha y era el único coche que estaba detenido, contando los segundos para que el lucero administrador de seguridad vial, mutara al color verde.  A los pocos segundos, se detiene paralelo a mí, un vehículo.

Miro por pura chafardería y observo que es pilotado por una chica, rubia y de aspecto muy agradable para mis ojos. Retomo mi atención a la circulación y veo nacer la luz verde. Salgo lentamente, me gusta ir despacio. No tenía prisa, es más, tenía todo el tiempo del mundo. La conductora hermana de vía, me adelanta con mucho ímpetu, con velocidad, con prisa, con un se acaba el mundo, vamos, corre!.

A los pocos metros, ambos carriles se convertían en uno, ella me ganó, yo le deje ganar, yo no competí.  Ya en calzada única, divisaba como se alejaba de mi presencia. Había sido un placer para mis ojos, anónimo y fugaz, muy fugaz. A lo lejos, diviso como  el coche de la rubia veloz, realiza un viraje rápido y descontrolado, comiéndose literalmente el capó de su vehículo una farola que perpetuaba desde hacía décadas con aires de grandeza, vigilante como siempre, en su acera. La colisión, hizo rebotar el coche de la piloto quedando este casi por voluntad divina, perfectamente estacionado en la calzada al final de una hilera de vehículos estacionados. De la nariz del vehículo, emanaba un denso humo blanco.

Accioné mi lámpara señalética de color rojo, hacia la derecha, y detuve mi coche detrás de la come farolas. Me bajé y anduve los escasos metros que me separaban del vehículo resfriado. Al llegar, observé como la rubia, le daba golpes al volante de su pobre auto herido. Toqué con suavidad la ventanilla, con unos leves golpecitos de nudillo. Ella se giró, me miró y deshizo el muro de cristal que nos separaba.

-Hola, estas bien?, le dije.
-Sí, estoy bien, he mirado un momento el móvil….y ya sabes lo que pasa. Gracias.
-Seguro, no te has hecho daño, necesitas algo?.
-Gracias, estoy bien, pero me he cargado el radiador del coche, no puedo circular……suspiró.
-Bueno, lo importante es que estés bien, llama a la grúa y todo arreglado, le dije.
-Sí, la llamaré, pero tengo mucha prisa, tengo la reunión más importante de mi vida. Llegaba tarde…., me dijo con voz temblorosa.
-Quieres que te lleve a algún sitio, no tengo prisa?.
-Me miró, pensó unos segundos y me dijo: de verdad?
-Sí, sí, de verdad, no me importa. No tengo nada importante que hacer.
-Gracias, eres muy amable, susurro ella con una fisonomía facial de chica buena, avergonzada por lo que había hecho.

Nos subimos al biplaza y le dije amablemente; dónde te llevo?. Me dio la dirección. Correspondía a un edificio de oficinas a las afueras de la ciudad, justo en la ruta que tenía prevista realizar  en ese día de escalada motorizada al monte.

Le dije; mira, justamente iba para esa zona. Ella me contestó, sí, de verdad?. Yo asentí con míi cabeza; sí, voy a las afueras de la ciudad.

Al accionar el motor de arranque de mi coche, automáticamente se puso el coche a recitar mi música. La música que iba escuchando. La música seleccionada minuciosamente por mí, para el evento del día.

La rubia, de forma entusiasmada, me dijo: ohhhh, me encanta esta canción!, puedo subirla?.
Claro que puedes, es una de mis preferidas. Iniciamos juntos la travesía prevista.

-Vas a trabajar?, me pregunto.
-No, voy de paseo, estoy de paseo. Contesté.
-De paseo?, interrogó. Ahora, esta vez, con cara de niña buena, de niña inocente.
-Sí, hoy me he tomado el día libre, el día para mí, el día de autodisfrute.
-Jolín, que suerte, que envidia!, contestó ella con una voz que mezclaba la euforia y el sosiego pensativo,  a la vez.

Yo me había puesto mis gafas de sol en forma de diadema, la miré, y sus ojos coincidieron a la perfección con los míos. Contesté a la última afirmación de la guapa chica con un disimulado guiño de mi ojo derecho. Ella sonrió, giró su cabeza y pude observar como miraba hacia delante, sin mirar, sin ver. Su mente no estaba allí.

Se hizo el silencio. Solo nos separaban unos centímetros entre los dos, y una agradable melodía de fondo. Ahora el viento nos acariciaba a los dos.

Observando, sin delatar mi acción, con extremo cuidado por mi parte, la miraba de reojo. En ese momento, pude divisar como la desconocida chica, se había acomodado plácidamente en el asiento de piel del coche, inclinado su cabeza hacia atrás y como su preciosa melena rubia bailaba un sensual tango con el aire.

Al tener ella los ojos cerrados, me recreé, me aproveché de la chica. La contemplé con detalle, con precisión analítica. Era guapísima, era gusto el tipo de mujeres que me gusta. Vestía  ropa informal, pero con elegancia. Su falda era una galería de arte, donde se exponen obras para ser observadas. Su falda no tenía ni la más mínima intención de ocultar esas piernas, a ningún atento espectador. Tenía unas piernas, preciosas.

Sin ser una persona ducha en el aspecto, podía concluir con facilidad que era una chica estresada. Se le notaba en todas las células de su cuerpo. Yo era sensible para la identificación de esas situaciones del ser humano del siglo XXI.

Sin aviso previo, sin abrir y mostrar al mundo sus preciosos ojos, la chica con  boca sensual, dijo;  joooo! Que relajante es esto, música, aire en la cara!. Abrió sus ojos de golpe, se giró y me dijo con una sonrisa en la cara; me llevas cada día al trabajo…?

Sabía que me había pillado mirándola, y lo peor de todo es que sabía que ella era consciente que lo estaba haciendo. Fijé con disimulo, de nuevo, mi mirada en la calzada, y contesté, sin pensar, sin medir mis palabras; te llevo a donde quieras, el resto de mi vida, si me sonríes así.

El silencio, nos volvió a visitar. Yo la miraba de reojo. Ella me miraba exactamente con la misma pésima estrategia de camuflaje, a mí. Su cara era diferente, era pensativa, muy pensativa.

Mi enferma masa gris, me iba autointerrogando: Es la melena de esta guapa chica, mi bandera izada al viento, de la conquista de un barco encontrado a la deriva en el mar?

Ella, no sé que pensaba. Cerró de nuevo sus dos estrellas oculares y se dejó llevar en mi asiento, deslizándose sobre él, nuevamente.

Al llegar justo al desvío que nos llevaría a la dirección que me había facilitado ella, sin razón aparente, sin meditación previa y con ausencia plena de sentido común, la pasé de largo. Proseguí en dirección al destino que tenía prefijado antes de tropezar con la niña guapa. Ella, de ojos cerrados y melena suelta, no fue consciente de mi acto.

A pocos kilómetros, me desvié hacia la carretera desierta, repleta de curvas y rodeada de abundante vegetación. Llevábamos pocos minutos en ella y la chica, volvió a alumbrar el mundo, abrió sus ojos.

Dónde estamos?, me preguntó con una cara que intentaba disimular su entusiasmo.
Hoy, no vas al trabajo, le contesté yo, sin retirar mi mirada de la zigzagueante carretera.
Me secuestras? Contestó ella con una sonrisa en sus labios.

Observé justo a la derecha, un pequeño llano. Aún no habíamos llegado al replano que corona la montaña, objetivo de mi excursión liberadora. Detuve el coche, apagué el motor, extraje las llaves y me bajé. Cerré mi puerta al salir y sin hablar, sin mirar, me fui a la puerta de la pasajera del día. Estiré mi brazo sosteniendo al final, en mis manos, las llaves del coche.

Tienes 10 segundos para escapar, toma las llaves de mi coche y vete. Cuando llegues a tu oficina, deja las llaves escondidas en el parasol. Conozco la dirección, iré más tarde a buscar el coche, y no te preocupes por mí, me gusta caminar y estamos cerca…..,  dije a la chica que conforme aumentaba el tiempo, me parecía más y más guapa.

Ella se quedó sorprendida, pero en mi opinión, era una sorpresa muy agradable para ella.
En el transcurso de los 10 segundos, interrumpí el silencio y le dije; además, debes de saber una cosa, sino huyes, te follaré.

Yo estaba situado a 1 metro aproximado de la puerta de ella, en el llano. La chica, me miró, con una cara que no había visto en ella hasta ese momento y me dijo; acércate.

Me aproximé al coche hasta estar absolutamente paralelo y tocando con mis piernas la puerta de ella. El coche era bajo, y en mi posición, desde arriba, podía divisar con total claridad el escote de sus senos.

Sin mediar palabra, la chica sacó sus manos por la ventanilla y se dirigió directamente a mi pantalón. La estructura del coche, parecía estar justamente diseñada para ello. Mi polla, quedaba a la altura de la ventanilla. Sin parar de mirarnos a los ojos, notaba como me liberaba el cinturón de mi pantalón y como bajaba lentamente la cremallera. En unos segundos, mi polla estaba erecta. Me sacó la polla dura y me dijo sin dejar de mirarme, acércate más.

Noté como su boca, estaba caliente. Noté como se tragaba de golpe mi polla. Solté un suspiro y puse mis manos en su cabeza.

Era muy buena practicando sexo oral y se veía perfectamente que ella disfrutaba con ello. Sin mediar palabra previa, se la sacó de la boca y me dijo; no me vas a follar, te voy a follar yo. Abrió la puerta del coche y sin dejar de sostener mi polla dura en sus manos, me tiró de ella como si de una cadena para perros se tratara, estirando de ella mientras caminaba hacia un trozo con hierba verde corta que había detrás de unos setos. 

Me giró de golpe, me besó y empujó contra el suelo. Estírate me dijo…

Estando estirado en el suelo, la chica guapa, se situó de pie con las piernas abiertas sobre mí. Yo podía divisar perfectamente su tanga. Acto seguido, me dijo; desde que te he visto en el semáforo, me gustas y sabía que estabas loco por follarme. Se puso de cuclillas, se apartó el tanga y se clavó mi polla dura, de golpe y hasta el fondo. La chica rubia, soltó un fuerte gemido.

Empezó a cabalgarme como fuerza, rapidez y clavándosela constantemente. Yo, divisaba de nuevo el baile de su melena con el viento, pero esta vez, la chica de piernas bonitas, ojos bonitos y boca sensual, me estaba follando en medio de la nada.

Estiré mis brazos, le levanté la blusa y el sujetador. Tenía unos pechos preciosos ella y yo, una vista privilegiada desde abajo. Se los agarré fuertemente y ella gimió. Sin dejar de agarrarlos con fuerza, deslicé en ambas manos mis dedos índice y pulgar, presionando con la fuerza justa los dos pezones de mi folladora rubia.

Ella, entre balbuceos, me dijo, me voy a correr pronto, tienes una polla dura y perfecta para mi coño. Tú, taxista guapo, no te corras, no he desayunado hoy.

Entonces, desplacé mis manos una por delante de ella y otra por detrás. Con mis dedos, podía ahora tocar mi polla que aparecía y desaparecía en su coño, por ambos lados. Uno de mis dedos buscó la ubicación exacta de su clítoris. El otro, la entrada de su culito.

Empecé a mover mi dedo rápidamente por su clítoris, haciendo presión sobre él. El otro, el que tenía en la parte de atrás, lo introduje lentamente en su culito. La chica, la rubia, la piloto, la folladora, gritó; diooossss!.

Empezó a correrse, notaba como bajaba toda su humedad por mi polla dura y notaba como me inundaba mis huevos de ella. Yo estaba a punto de explotar, a punto de escupir leche. Me controlé.
Al terminar de correrse ella, me dijo; diossss que corrida más buena, ahora quiero el desayuno. Se levantó, se puso de rodillas y se metió mi polla húmeda en su boca. La comía de maravilla, en breve me haría escupir.

Ella, me miró y me dijo; quiero tu leche taxista, yo le contesté; la vas a tener ahora, me tienes la polla como una piedra, pasajera…..

Empecé a escupir leche, había fabricado mucho, esta rubia me había hecho fabricar desde que se subió en mi coche. Las primeras escupidas, salieron con muchísima presión. Mi pasajera, se tragó hasta la última gota.

Al terminar de correrme, incorporé medio cuerpo y la besé apasionadamente, sosteniendo mis manos en ambos lados de su cabeza. Su boca, sabía a leche.


Hadamus, conductor, cauto,,,,




jueves, 25 de febrero de 2016

Diario de un loco:03. "he visto las estrellas".

Llegué a casa tarde. El día había sido agotador. Reuniones, reuniones y más reuniones. Al entrar, en el recibidor, ya en mi casa, empecé a deshacer el nudo de mi corbata que recobró vida al sentirse liberado, y de forma autónoma se deslizó sobre mi americana, cayendo sobre la cálida madera del suelo.

El silencio, era absoluto, aunque  éramos  tres, mi soledad, mis zapatos al impactar contra la madera y yo. En el breve recorrido desde la entrada hasta el salón, me despoje de la americana, me abrí mi camisa blanca impecable y estiré de ella para liberarme y ponerla por encima del pantalón. Resoplé aliviado y me quité los zapatos sin desatarlos.

En el fondo del salón, me daba la bienvenida a casa, mi amor. Esa estantería que no se queja, que aguanta los kilos y kilos de peso que le pongo y que me cuida y me ordena con todo cariño, mis libros y mi música. Esa estantería, mi estanteria, es tan cuidadosa que no deja que pase el polvo, los olores o la  contaminación. Esa estantería, que me deleita con placeres tan grandes como coger un libro, pasar sus hojas rápidamente y oler, sentir ese olor a libro bueno, a libro maduro, a libro sabio.

Al verla, sonreí y seleccioné un CD que me apetecía escuchar hoy. Lo inserté en el reproductor, bajé la luz de la sala con el potenciometro quedando iluminada muy próximo a la penumbra.

Me acerqué al mueble bar, copa snifter de cristal fino, muy fino y me serví un poco de brandy añejo.

Dejé caer mi cuerpo, mi yo, a peso muerto, en el cómodo sofá relleno de plumas y me instalé posturalmente en decúbito supino. Cerré los ojos, me aislé del mundo y dejé pasar por mi nervio auditivo la música, mi música.

Sonaba magestuosamente, como solo sabe hacerlo él, penetrando en mí cada acorde, cada nota, él, el chelo. Tan elegante, tan serio y tan sentimental, como siempre. El chelo, siempre recita palabras de amor. Lo hace en tono grave, es su voz, es su ser, pero si le prestas atención, si lo sientes y no lo escuchas, verás que es un don Juan de categoría suprema.

Ya tenía la mente en blanco y estado de quietud total, alterada solamente por dos motivos; respirar y mojarme los labios con ese aromático brandy de barrica antigua.

Estiré un brazo para aflojar mi cinturón y sin querer, roce mi miembro viril. Me gustó esa sensación no buscada y repetí el acto. Esta vez a conciencia.

En ese momento, en ese instante, sucedieron varias cosas al unísono. Se apago la música de mis oídos, mi mente dejo de estar en blanco, y se difuminó el sabor de mis labios a brandy.

Apareciste tú, me quitaste la música y me susurraste al oído, mi mente solo veía tus ojos y en mi boca, ufff en mi boca, mi boca me sabía a ti.

No estabas allí, de hecho, nunca has estado, pero yo, te veía, te sentía y te olía.

Cambiaste mis manos por las tuyas, y sentí un escalofrío que inundó todo mi ser corpóreo. Mi pene, empezó a cambiar de tamaño e intentaba inclinarse, levantarse y decir sin palabras: hola, nena, tenía muchas ganas de verte.

Entonces, empezó el baile, las subidas y las bajadas, y mi ritmo cardiaco y aquello que denomina la medicina como frecuencia respiratoria, aumentó notablemente.

Sin pensarlo, te nombré, te susurré e incluso en algunos momentos te grité. Te escuchaba, te sentía, te saboreaba, te olia y te veía. Estabas aquí, tú, mi nena, la nena de mis amores y desamores, en mi salón, en mi sofá, en mí.

Me hiciste olvidar mi nombre, quien soy y quien seré. Entraste hasta la neurona más escondida de mi cuerpo, me hiciste vibrar armónicamente, me proporcionaste dosis de placer inmedibles.

Quería sellar mis labios, pero no podía. Tu nombre se mezclaba en equilibrio perfecto con mi respiración agitada y profunda. Era como si no supiera hablar, era como si solo supiera nombrarte.

Me hiciste estallar, me trajiste a mi salón, a mi sofá, todas las estrellas del universo entero. Las tenía ahí, las podia tocar, pero sobre todo, las podia sentir. Era tu regalo, era tu huella, la huella de mi nena, de amores y desamores.

Gracias, nena.



Hadamus, aficionándome a la astrología.

martes, 23 de febrero de 2016

Diario de un loco:02. "arte underground".

Hoy me he levantado pronto. Tengo la gran suerte de vivir cerca de la naturaleza y que una de mis ventanas esté orientada a un monte.

La he abierto y dejado que una bocanada de aire fresco penetrara en mi alcoba. Al sentir como inundaba el habitáculo, he cerrado los ojos y me he dejado acariciar por ella. El viento, me venia de cara y traía con él un fugaz olor a campo, a naturaleza, a vida.

Acto seguido, me he dirigido a mi armario buscando en él mi ropa deportiva. Me he vestido para la gala matinal, cogido mi iPod con la selección musical del día y partido hacia la rué.

Al llegar a ella,  he puesto el ruidoso mundo en off. Auricular derecho, auricular izquierdo, play e inicio de mi danza urbana.

Hoy he seleccionado un camino para correr, que transita paralelo a un río. Es poco frecuentado (más allá de jóvenes enamorados a la luz de la luna). Me gusta el paisaje que diviso cada vez que practico deporte por esta ruta.

Me sentía bien, estaba bien, vivía bien. Los metros de mi andadura se iban acumulando detrás de mí. A escaso inicio de mi tarea, observo a dos jóvenes con algo en la mano junto a un muro. Conforme me aproximo a ellos, veo que tienen sujeto por sus extremidades superiores varios sprays aerosoles de pintura. Postrada en el suelo, yacía una bolsa de plástico blanca con dichos artilugios de gamberradas, en todos los colores del arco iris.

Si saber porqué, me detengo ante la presencia de ellos y  doy al stop de mi iPod.
Los dos jóvenes, me miran de forma inquisidora y guardan sus pinturas en la bolsa.

Uno de ellos, el más mayor, aunque a ojo de buen cubero estarían entre 15 y 16 primaveras, me dice: colega qué miras?. Yo sin saber porqué y a razón de qué, contesto: me molan vuestras pinturas!. Los jóvenes, se miran entre ellos y en este caso, el más pequeño le dice al otro: este pavo está pirao, vamonos brother.

El más longevo de los dos, dice: yo paso tío, que no hemos ni empezao y quiero hacerlo hoy que luego viene mi vieja y a ver donde guardo yo estos potes. Se gira a mí y me dice con voz forzada de mal actor: oye pavo pírate y continúa con tu royo.

Siguiendo sin saber, les digo: que ibais a pintar en el muro?. El imitador de chico duro me dice: vamos a dejar nuestra huella con un dibujo y con nuestras firmas, arte underground, colega!

Hechizado sin razón, sin lógica y sin pensamiento, les digo: os compro los
Sprays!!. Los jóvenes, se miran entre ellos con cara de incredulidad y el machote, me pregunta: pavo tú estás loco no?. Sin pestañear, sin dejar ni el paso de un leve suspiro entre la terminación de la frase del chico, contesto: Sí, estoy loco... con pose sería e incluso sobreactuada por parte mía.

El pequeño de los dos, a iniciativa propia y sin consultar con su compañero de hazañas me dice: 25 pavos y son tuyas!!. El "grande", entra en la subasta y dice: pero de qué vas brother o paga 30 trompos o no le doy na!.

Yo suelo salir a correr con una pequeña carterita donde solo llevo mi documento de identidad y un billete de 50 euros plegado. Deslizo mi mano hacia el pantalón, bajo la cremallera del bolsillo y extraigo mi cartera.

Subo la oferta, 50 pavos por la pintura!!,  vozarreo mientras extiendo mi brazo hacia ellos con el billete en la mano. Antes de llegar a la extensión total de él, el mayor de ellos me lo quita de la mano.

Con cara de niño de noche de Navidad, se dirige entusiasmado a su "brother": tíoooo este pavo está colgaooo, 50 trompos!!! Dale la puta bolsa!!!

El pequeño, la deja en el suelo y ambos salen a paso ligero sendero arriba.

Me aproximo a la bolsa, miro en su interior y saco todos y cada uno de los aerosoles. Levanto mi mirada y observo el lienzo. Un muro virgen de hormigón, huérfano de pintura de entre todos los demás hermanos de pared, los cuales lucían sus mejores trajes y vestiduras.

Sitúo de forma lineal y paralela al muro, todos los sprays en orden de calidez de colores. Pulso el play de mi iPod y empiezo la función.

Empecé por tus ojos, era lo que primero quería ver plasmado, era lo que primero quería sentir. Cuando gozaban de luz y vida propia pensé: estos son los ojos de mi nena, hablan sin palabras e hiptonizan sin péndulo...son los ojos en los que me gustaría navegar, sin mar, sin agua, sin barco y sin saber nadar....

Luego proseguí con la fisonomía de tu cara y tu cabello, ayyy tu cabello... No te puedes ni imaginar las noches y los días que te he soñado. Dormido y despierto, sereno y deambulante, vivo y muerto.  Esos hilos de seda fina, se deslizaban entre mis dedos, me olía la mano después de tocarte para olerte a ti, me hacías cosquillas en mi pecho cuando dormías apollada en él después de hacer el amor....

El reloj, consumió los minutos, los devoró. Pero estabas allí, la nena, mi nena. La que me roba sin querer el sueño, el hambre y en ocasiones la respiración. Es que eras tú, sí, sí, tú.

Ahora serías la reina del sendero, la guapa del barrio de los muros de hormigón...

Y lo mejor de todo...es que te podré ver cuando no estés. Te podré ver aunque no vengas. Te podré ver aunque no quieras. Te podré ver, te podré ver...

Firmé mi obra con tu nombre, junto con el epígrafe: "la nena de mis amores y desamores".


Hadamus, descubriendo su faceta "underground".

viernes, 19 de febrero de 2016

Diario de un loco: 01, "huida nocturna...".

Era tarde, muy tarde. Al mirar por la ventana de mi habitación, la calle estaba desierta.

El clima, a pesar de estar en época hibernal, era soportable. En ese momento, solo tenía puesto unos vaqueros,  desnudos mis pies,  desnudo mi torso.

La iluminación era tenue, muy tenue. Adoro ver bailar las sombras en la pared que provoca la llama incandescente de una frágil vela.

De fondo, una suave melodía, un aire caliente y puro que me abrazaba en mi deambulación por la habitación.

No sé por qué ni para qué, pero tuve la necesidad repentina de salir a la calle, de pasear, de vagar por la ciudad. Acto seguido me dirigí al fondo de mi habitación, a mi armario. Extraje de él una camisa de blanco puro, un jersey azul de cuello de pico, un pañuelo de seda, mi sombrero y un abrigo.

Me vestí a toda prisa. Quería estar ya, salir ya, pasear ya. Con la impaciencia, casi salgo descalzo. Me calcé esos zapatos que tanto me gustan de charol, brillante como las estrellas, relucientes como el nácar.

En el recibidor de mi casa, detuve unos segundos mi huida. Me paré y cogí del mismo, uno de aquellos puros que me gusta saborear en momentos especiales, en momentos de reflexión, en momentos de placer.

Ya, en lo que denominan los políticos como vía pública, calzado, vestido y ensombreado, encendí  mi puro. Inicié mi andadura, sin rumbo, sin meta, sin pensar. En la calle, solo estaba yo y el agradable repique de mis zapatos al colisionar con el duro pavimento.

Tenía una sensación rara, era una sensación de libertad, una sensación de que todo aquello que estaba allí, era para mí, si, si, solo para mí.

En mi cabeza, mientras exhalaba plácidamente el humo de mi puro, dejándolo deslizar suavemente entre la comisura de mis labios, resonaban dos cosas.

Como telón de fondo, tenía aquella agradable melodía de mi habitación, y como protagonista de la obra, como actriz principal, estabas tú.

Quería sin quererlo, sacarte de paseo, estar a solas contigo, enseñarte mi ciudad de noche y posiblemente, besarte a la luz de una farola.

Tu presencia era tan intensa en mí, que la agradable melodía cada vez era más difusa, más insignificante.

A los pocos metros de mi caminar, ya solo habitaba en mi mente un monólogo de ti, de tus palabras, de tus jajajajaj, de tus buffff, de tus :) o de tus P.

Recorría mentalmente todos y cada uno de los momentos vividos en distancia contigo, y queriendo sin querer, se me escapaba esa sonrisa de pillo que tengo.

Me senté en un banco del parque, saqué mi pequeño cuaderno de papel y mi viejo y despuntado  lápiz de carbón. Empecé a dibujarte, empecé a imaginarte. La verdad, me saliste guapa, me saliste sexi!!!.

Sin pensar, sin meditar, queriendo y sin querer, culminé mi pequeña obra con tu nombre. Reinaba a pie de página de mi pequeño pedazo de papel. Entonces, acto seguido, sostuve el papel entre mis manos e incliné mi cabeza hacia atrás, en ese pequeño banco destartalado del parque de mi ciudad.

Sin darme cuenta, sin haber prestado atención previamente, observé que el cielo estaba sereno, estaba transparente, estaba poblado de lucientes estrellas.
Intentando jugar a encontrar las constelaciones, divisé que si realizaba una unión asimétrica mediante una línea imaginaria, podría crear en el cielo tu primera inicial. Cerré los ojos y pensé…uffff, como estas de tontín esta noche….

Al volverlos a abrir, incorporé mi cabeza a la postura natural de un bípedo y deslumbré a pocos metros de mí una roca natural, de dimensiones considerables y familia de toda una serie de ellas puestas cuidadosamente como decoración en aquel parque.

Tuve la necesidad de acercarme a ella, de tocarla. Cuando estaba ante su presencia, la rodeé con mis dos manos. El tacto era frío, pero a la vez, me parecía agradable.

Apreté mis manos contra ella, como queriendo dar pellizcos, como queriendo esculpir esa roca. Lógicamente, mis intentos fueron actos en vano.

Queriendo y sin querer, introduje mi mano derecha en el pantalón y extraje las llaves de mi casa. Con una de ellas, empecé a rayar la piedra. La definición, no era perfecta, pero la roca, la piedra, se marcaba.

A los pocos minutos, tenía dibujado en la roca una reproducción cuasi exacta al boceto de mi trozo de papel. Al final de mi gamberrada urbana, queriendo y sin querer, volví a coronar esa piedra con tu nombre.

Deshice mis pasos hacia mi casa, me desnudé, me tumbé encima de mi cómoda cama, puse encima de mi mesita de noche, mi trocito de papel y, queriendo y sin querer me dormí pensando en ti, me dormí pensando en tu nombre.


Hadamus, un gamberro urbano…

jueves, 18 de febrero de 2016

Caliente, gracias.

Ya soy capaz de detectar cuando va a pasar. Pones esa carita de nena mona. Arqueas las comisuras de tus labios superiores e inferiores, creando una circunferencia con los mismos, rozando la perfección geométrica. Los desplazas unos milímetros hacia adelante, y si paro, y si congelo la imagen, parece que me quieras a besar…

El problema es que no tengo el poder (de momento) de darle a la tecla del pause de la vida. En consecuencia, acto seguido, a correlación del alumbramiento de tu circunferencia labial perfecta, cierras los ojos y descargas sobre mí procedente de tus entrañas, una corriente de aire bucal al que denominamos bufido.

Lo haces como autoterapia propia o como elemento preventivo, es decir, seguramente como analgésico o diluyente de la ira que justo en ese momento, en ese instante, emanarías plácidamente hacia mi persona.

Pero claro, tú eres una nena educada, de buen caminar y de mejor comer. Y las nenas así, de buenos modales y de mejores andares, han de ser educadas con el prójimo.

Déjame que te cuente una historia, nena de mis amores y desamores.

Al bufarme, aunque que no derrames tus iras sobre mí directamente, me rocías de aire frio. Este penetra por los poros de mi epidermis, los cuales conectan con mis minúsculas terminaciones nerviosas. Dicho impulso, rápidamente, a la velocidad de 50 metros por segundo, recorre toda mi red nerviosa, pasando por mi médula espinal, desembocando en mi cerebro, haciéndome vibrar mis neuronas. Allí, es donde me doy cuenta que me estas bufando, allí es donde percibo y siento, que me  envías tu aire. Aire frio, que brota de tus entrañas y que no es el beso que mis ojos han creído anticipar.

No te digo nena, que no me bufes. Es incluso posible, que en ocasiones, me lo merezca. Solo te pido, humildemente, que retengas unos segundos el aire en tu boca. Que lo mastiques dentro de ella. Que lo masajees e incluso que lo humedezcas un poco.

El bufido, será el mismo. Continuará siendo una cuartada del beso que mis ojos creían ver. Del beso que mi boca, esperaba recibir.

Pero sabes una cosa, nena de mis amores y desamores, ahora, tu aire, será cálido. Tu preciosa boca, esa con la que besas a otros, habrá realizado unas de sus funciones: calentar el aire. Tu saliva, lo habrá humedecido.

Ahora, no me darás un beso, no, no lo tendré, pero recibiré aire calentito de ti, con sabor y olor a ti. La nena de mis amores y desamores.

Será entonces, un bufido placentero para mí…




Hadamus, solo acepto bufidos calientes….

miércoles, 17 de febrero de 2016

Proceso reflexivo

Hace días que no escribo nada en el blog. No me viene las ganas, inspiración o como queramos llamarlo. Reflexiono sobre ello y pienso….

Me faltan palabras, o estoy ebrio de ellas?

Estoy lleno, o estoy vacío?

No tengo nada que decir, o tengo demasiado?

Estoy deseoso por ti, o estoy apático?

Vivo o sobrevivo?

Falta de inspiración, o saturación de ella?

Sueño, o pienso?

Navego, o nado?

Vuelo, o camino?

Estoy vivo, o soy un cadáver?

Esclavo de mis palabras, o dueño de ellas?

Pienso en ti, o pienso en mí?

Libre, o preso?

Me importas, o eres banal?

Estoy, o estuve?

Voy, o vengo?

Respiro, o suspiro?

Soy yo, o es una ilusión óptica?


Y la última…..

Te importo, o no te importo?



Hadamus, en proceso de autointerrogación.

jueves, 28 de enero de 2016

Algo más de mi...

Me gusta el arte, no lo voy a negar. Es una de mis pasiones más íntimas, de las que me producen placer.

Dentro de mis maestros preferidos está Amadeo Modigliani. Modigliani, de cuna italiana pero de vida en los suburbios alrededor de Montmatre (Paris). Era un borracho empedernido.

Si conoces su obra, verás al principio nunca pintaba los ojos de su modelo y decía frases tan geniales (la mayoría desconocidas por el gran público):

“Soy rico, estoy lleno de ideas y sólo necesito trabajar”.

“Lo que busco no es la realidad ni la irrealidad, sino lo inconsciente, el misterio de lo instintivo en la raza humana”.

“La función del arte es luchar contra la obligación”.

“No me pregunten quién soy, ni me pidan que permanezca invariable”. 

 “Estoy tremendamente excitado, pero se trata del tipo de excitación que precede a la felicidad y que es seguido por una actividad vertiginosa no interrumpida por el pensamiento”.

 “Un burgués me dijo hoy —con la intención de insultarme— que mi cerebro estaba siendo desperdiciado. Me hizo mucho bien. Todos deberíamos realizar un recordatorio como ese cada día”.

“Trato de simplificar y reducir al mínimo irreductible la esencia de la personalidad sin llegar a perderla por completo”.

“Su único deber es salvar a sus sueños”.

“Yo necesito un ser vivo delante de mí”.

“Sígueme en la muerte y en el cielo seré tu modelo favorito”.

Y mi preferida:

“cuando conozca tu Alma, pintaré tus ojos”.

Modigliani, es el gran desconocido, sobretodo “su pensamiento”. Murió a los 36 años debido a la mala vida que llevaba.

Para mí, un filósofo de cabecera (sin serlo), un espejo de mis pensamientos más íntimos.

Ahora, ya sabes más de mí….y si prestas atención, sabes mucho.





Hadamus, me reitero, posiblemente no estoy muy cuerdo, pero recuerda, solo posiblemente.

Qué es el deseo...?


El deseo, es un concepto muy amplio y que abraza muchos matices.
Pero, ¿Qué es el deseo por ti….?

Es no parar de actualizar mi navegador de internet para ver si me escribes….
Es soltar una sonrisa en solitario cuando te veo conectada….
Es sentir cosquillas cuando te veo pasear por el pueblo…
Es sentir excitación cuando te tengo cerca…
Es habitar mi mente en mis momentos más íntimos, cuando no estas…
Es fantasear contigo…
Es ganas de tenerte cerca…
Es curiosidad de saber más…
Es necesidad de hablar contigo…
Es placer por saber que te gusto…

El deseo, mi deseo, eres TÚ.



Hadamus, buscador de deseos….

martes, 26 de enero de 2016

La música..

Hoy he dedicado unos interesantes minutos a sentir (digo sentir, porque he sentido más que escuchado), una Obra Maestra de la música.

Dicha música, penetraba por mis oídos, me hacía sentir escalofríos, he volado.

Durante unos minutos, el espacio/tiempo se ha parado. El mundo ha dejado de rotar alrededor de sol. Las notas, el tempo, la melodía, la pasión del autor, me ha hecho perder toda noción.

Sin querer, mientras cerraba los ojos, he notado algo húmedo en mis parpados. Al abrirlos, algo se empezaba a deslizar por mi mejilla. Era húmedo, me hacía cosquillas al desplazarse.

En unos segundos, culminaba su fugaz recorrido en la comisura de mis labios. Lo he saboreado, era algo con matices salados. Era una lagrima, si, si, una lagrima.

He llorado, lo reconozco, pero aunque posiblemente era una lagrima de pena, he sentido placer, me he sentido bien.

Por cierto, sé que tú también lloras….



Hadamus, algunas veces, al parecer, sudo por los ojos…..

lunes, 25 de enero de 2016

Me confieso...

Vale, confieso nuevamente!!!

Sí, es verdad, es cierto, es real, es verídico, es innegable, es….es, detrás de cada post mío hay un mensaje para un keko (aunque posiblemente solo los entienda yo…).

Unos amistades efímeras…
Otros, licua mármoles…
Otros….otros
Quien serás tú? Eso depende básicamente de ti. Sírvete a tu gusto...

En el fondo (y sin fondo), sois mi “inspiración” y me "desfogo" escribiéndolo.


Hadamus, contemplador de PS y sus habitantes.

Gracias!

Hoy he recibido varios inbox, de gente que conozco y de gente que no.
La pregunta era algo así como (con diferentes formas de hacerlo): No escribes?
Antes de responder, me gustaría puntualizar una cosa: QUE MAL GUSTO TENEIS AL LEER MIS POST!!!!. Al final, me voy a tener que obligar a “escribir bien”…

Hoy, sí, sí, hoy (ya sabéis como me gusta repetir….), voy a hablar de la palabra “gracias” y del concepto “gratitud”.
En este mundo actual, el cual, la verdad, no sé ni cómo calificarlo, se nos ha olvidado a decir gracias.
Sois conscientes de cuantas gracias deberíamos dar?

Dejarme que os ponga una carta (ficticia o real, en vuestras manos queda, es lo de menos) de un enfermo de Alzheimer:

Querida Julia: 

Te escribo ahora, mientras duermes, por si mañana ya no fuera yo el que amanece a tu lado.
En estos viajes de ida y vuelta cada vez paso más tiempo al otro lado y en uno de ellos, ¿quién sabe?, temo que ya no habrá regreso.
Por si mañana ya no soy capaz de entender esto que me ocurre. Por si mañana ya no puedo decirte cómo admiro y valoro tu entereza, este empeño tuyo por estar a mi lado, tratando de hacerme feliz a pesar de todo, como siempre.
Por si mañana ya no fuera consciente de lo que haces. Cuando colocas papelitos en cada puerta para que no confunda la cocina con el baño; cuando consigues que acabemos riéndonos después de ponerme los zapatos sin calcetines; cuando te empeñas en mantener viva la conversación aunque yo me pierda en cada frase; cuando te acercas disimuladamente y me susurras al oído el nombre de uno de nuestros nietos; cuando respondes con ternura a estos arranques míos de ira que me asaltan, como si algo en mi interior se rebelase contra este destino que me atrapa.
Por esas y por tantas cosas. Por si mañana no recuerdo tu nombre, o el mío.
Por si mañana ya no pudiera darte las GRACIAS. Por si mañana, Julia, no fuera capaz de decirte, aunque sea una última vez, que te quiero.
Tuyo siempre
T.A.M.R.

Creo, que sería muy saludable dar las gracias por respirar, dar las gracias por ser mi amig@, decir te quiero a los que nos importan, etc…por si mañana no lo recuerdo: GRACIAS.

Hadamus, gracias a tod@s los que tenéis la mala costumbre de leerme…

jueves, 21 de enero de 2016

El que no se conforma es porque no quiere...

Soy consciente que las "amistades" muchas veces son efímeras, pero:

Si me das 1 día, disfrutaré de ese día.
Si me das 1 hora, haré que pase lentamente.
Si me das 1 minuto, exprimiré hasta las últimas décimas de segundo.

Si me dejas de dar, aiiii si me dejas de dar......eso no podrás!.
Te recordaré, y los recuerdos, son míos y allí, sí, sí allí te tendré y te disfrutaré los lustros que a mi me plazca...


Hadamus, exprimidor convencido de las partes buenas de la vida, y triturador de las malas (que haberlas, haylas...)

lunes, 18 de enero de 2016

Dj de palabras....

Cuando el mármol se funde, me sale la vena DJ……

Yo no quiero un amor civilizado,
Con recibos y escena del sofá;
Yo no quiero que viajes al pasado
Y vuelvas del mercado
Con ganas de llorar.

Regálame tu risa
Enséñame a sonar
Con solo una caricia
Me pierdo en este mar

No me digas volvamos a empezar;
Yo no quiero ni libre ni ocupado,
Ni carne ni pecado,
Ni orgullo ni piedad.

Ella se hace fría y se hace eterna 
Ella se desliza y me atropella 
Y, aunque a veces no me importe, 
Sé que el día que la pierda volveré a sufrir 
Por ella, que aparece y que se esconde, 
Que se marcha y que se queda, 
Que es pregunta y es respuesta 
Que es mi oscuridad, estrella. 

Haces que mi cielo
Vuelva a tener ese azul
Pintas de colores
Mis mañanas solo tú
Navego entre las olas de tu voz

Pero, si mi boca se equivoca 
Y al llamarla nombro a otra 
A veces siente compasión por este loco, ciego y loco corazón 


Porque el amor cuando no muere mata
Porque amores que matan nunca mueren.

Hadamus, creo que una visita al médico no me iría mal......

domingo, 17 de enero de 2016

Es que eras tú....

Vale confieso: no me esperaba eso de ti.
Al ver tu mail, al observar tu frase, me quede de piedra, patidifuso, confuso…
El corazón de piedra que tengo, se convirtió en piedra picada, en arena triturada de cantera.
Se aceleró mi ritmo cardíaco, aumentó mi frecuencia respiratoria.
Es que eras tú, sí, sí, tú.
La keka de las idas y venidas.
La keka de los encuentros y desencuentros.
La keka del calor ecuatorial y del frio polar.
La keka de las risas y los llantos.
Es que eras tú, sí, sí, tú.
Yo, mármol de Carrara, allí donde los romanos buscaban su yacimiento, mármol sin vetas, de grano fino con aspecto arenoso, mármol que utilizó Miguel Angel en su Obras Maestras.
Yo, yo, el mármol….me deshice, me fundiste, me licué.
Solo, fue una frase tuya, solo fuiste tú, sólo eras tú.
Es que eras tú, sí, sí, tú,

Hadamus, mármol licuable (véase el libro de instrucciones)

viernes, 15 de enero de 2016

Ligas o conquistas...?

Ahora que gusta mucho decir eso de “todos somos iguales” o “todos somos especiales” o “nada es mejor que nada”, yo digo NO.

Siempre he creído que en la vida hay un listón, y que están los que pasan por debajo como en el limbo y los que pasan por encima haciendo un salto de altura.

En el amor, como en todo, hay primeras y segundas divisiones. Creo que nadie debería pasar de puntillas por el mundo cuando puede pisar fuerte. Allá cada uno. Y tú, ¿juegas en primera o en segunda? ¿Ligas o conquistas?

Ligar está bien, es divertido y lo divertido también es necesario, pero no deja de ser la marca blanca de conquistar.

Para ligar, basta con gastarse algo de dinero en Inditex, arreglarse el pelo, ponerse una buena colonia, no hacer mucho el idiota y entrar a mucha gente.

Hasta el más tonto liga un día. Todos tenemos una estadística y la de nadie –una vez que se ha estrenado– es cero. Por el contrario, para conquistar no valen las ropas. Un conquistador no se forma en el centro comercial, se forma teniendo una vida apasionante. Por mucho que quieras aparentar, por muchas camisas, cochazo, maquillaje o tacones, siempre hay un día en que la vida te pregunta ¿qué queda cuando te quitas el vestido?, ¿quién eres cuando te desnudas?.

La mayoría de relaciones nacen de ligar pero mueren por falta de conquista. Casi todas se rompen o no avanzan no porque se tuerzan, sino por desvelo y decepción. De nada sirve el deseo si no lo acompaña la fantasía que evocan las vidas fascinantes. De nada un brillante lazo si en el paquete no hay nada. A nadie le enamora el vacío.

Una de las principales razones por las que las relaciones fracasan es porque falta grandeza. ¿Cuánto tiempo dedicas a estar más guapo, tener mejor cuerpo o comprar más ropa? ¿Cuánto inviertes en crecer como persona?

Todo el mundo liga, pero no todos conquistan. “Para dar una vuelta, todas las bicicletas son buenas, pero hay días en los que recordamos los grandes paseos”, dice una amiga mía...

Ligar es juego; conquistar es arte. Ligar es pasatiempo; conquistar es que se quede cuando pasa el tiempo.
Pero conquistar no tiene que ver con la eternidad, sino con la memoria. No es que el Imperio caiga, es que hoy sepas quién es Julio César; no es que te quedes siempre, es que no te olvide nunca. Tampoco tiene que ver con la presencia (física), pues a veces, el peso de la presencia se mide mejor en la ausencia: conquista es cuando puedes decir “ella se fue, pero se quedó el perfume”, o “él se fue pero yo aún sonrío”. Es que, aunque ya no esté, seas una persona diferente porque no te cambió que se fuera, te cambió que hubiera estado.

A la mayoría le asustan los grandes retos y prefieren ser cabeza de ratón a cola de león. Es una opción optar por el atajo, pero si lo haces, no presumas, pues aunque puede que llegues antes, nunca traerás la mochila tan llena como quien hace el camino necesario. No es motivo de alarde liarte con alguien si luego te olvida. Puede ser divertido, y eso está bien, pero el orgullo debe guardarse para cosas superiores. Y el que realmente hace cosas superiores, no alardea, porque la gente superior no muestra con palabras lo que demuestra con actos.

Cuando no se aspira a la grandeza es porque algo hay apremiando: la mediocridad. Detrás de cada conducta hay siempre algo que la refuerza. Cuidado con lo que aplaudimos. Nuestra vida es tan grande como aquello que admiramos.

Me repugnan esos chicos que van diciendo “a esa me la tiré” (por ser finos) o sacan pecho para decir el ‘elevado’ número de chicas a las que “se han follado” (se me fue la ‘finería’), como quien cuenta títulos de liga. He dicho chicos y no hombres, no por edad, sino por madurez. Me decepcionan también esas chicas que miden su belleza en función de los chicos a los que besan o a los tropecientos que podrían besar, así como aquellas que se creen superiores por ser guapas.

Lo más curioso es que es entre esta clase de chicos y chicas donde se crea todo: chicos que van como monos detrás de chicas para tratarlas como números y chicas que alardean de ser monas en función del número de chicos que las ven… ¡como números!.

Y es que, cuando alguien no puede aspirar a la calidad se refugia en la cantidad. Están los que venden 10 unidades a 1 euro y los que venden 1 unidad a 10 euros. En el mundo de la cantidad, el que apuesta por lo excelente está siempre en minoría.

Por todo esto, a mí no me vengas con tu carita bonita de “me lío con quien quiera”, a mí dime algo que me cambie la forma de mirar la vida, ponme los ojos grandes y hazme sentir pequeño. Cuéntame tantas aventuras que sienta que me he perdido un millón de cosas. Dame ganas de comerme el mundo.
Dime que sabes lo que quieres y que “o eso, o nada”; que ni te vendes ni negocias tus sueños. Dime que tu estantería no está vacía y que tu libro favorito no es un best seller. Hazlo con tanta pasión que me lo compre mañana. Dime que cuando puedes viajas, y que viajar no es lo mismo que hacer turismo. Dime que descubriste que el secreto de la felicidad no está en tener, sino en ser, crecer, dar y amar con valentía. Y dime que te partieron el corazón y que aún así lo pondrías sobre la mesa si se presentara la ocasión.

Dime que con tus 20 o 30 años lo mejor de ti no es tu belleza. No quiero un rato más, quiero alucinar contigo. No quiero mirarte, quiero admirarte. No quiero olvidarte, quiero que me dejes un surco después de beberte, como el café. Y, aunque pueda que no pueda ser, aunque se acabe o aunque duela, quiero que el rato contigo merezca, si así fuera, una dulce pena.

Hadamus, yo no ligo....lo siento.

miércoles, 13 de enero de 2016

Cual es tu camino...?

Aunque sea demasiado poco original (por lo conocido del poema así como de su grandísimo autor), creo que leer, enfatizar e interiorizar este poema, puede ser una brújula perfecta para la vida.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

                             Antonio Machado.

Hadamus, posiblemente hoy he necesitado recordar mi brújula, para no autoperderme....

¿Te autoengañas?

¿Cuántas veces nos vemos compartiendo frases positivas en cualquiera de las redes sociales?.

Hoy en día tenemos muchos filósofos -sobre todo de internet- de corta, copia y pega. Supongo que todos tenemos el deseo de ser una influencia positiva en los demás, y son millones los que ponen geniales frases. Todo el mundo tiene consejos para los demás, pero a veces parece que no para uno mismo.

Hay quien dice que si pusiéramos en marcha tan sólo una de todas las frases que leemos, seguro nuestra vida mejoraría. Es tan sólo la prueba de que lo que importa no es lo que sabemos o decimos, sino lo que hacemos con lo que sabemos.

Muchas personas viven engañándose a sí mismas, a veces sin ser conscientes de ello, así que si eres una de las personas que después de leer esto se siente identificada, por favor, date mucho cariño y comprensión. El simple hecho de darte cuenta es el principio del camino hacia la honestidad.

Engañarse a uno mismo es negar emociones o sentimientos; engañarse es hacer ver que todo está bien cuando realmente no lo está. El autoengaño es uno de los mecanismos de defensa más utilizados y de los que menos conscientes somos.

Un ejemplo de ello podría ser el querer quedar bien con todo el mundo. Creemos que es necesario tener contento a todo nuestro entorno, por no saber decir “NO” cuando simplemente nos agotamos y, en realidad, nunca podemos contentar a todos porque siempre fallamos a alguien…

Otra forma de autoengaño es la incoherencia en la forma de vivir nuestra vida. Debemos observar si nos contradecimos, si el conflicto interno que tenemos es por vivir la vida de forma acelerada, por hacer demasiadas cosas a la vez, por los demás, por agotarnos en el intercambio emocional con nuestros seres queridos, o si trabajamos como si no hubiese un mañana.

A veces nos engañamos o nos convencemos de que el peso del mundo recae sobre nuestros hombros, y nos fustigamos en nombre de la “responsabilidad” pensando que así somos más responsables, mejores, más dignos o merecedores.

Descubre en estos días si te engañas o no, si te exiges demasiado, si ya has aprendido a ser honesto contigo, si te das tiempo para ti, si te respetas y te haces respetar, si haces ‘trampas’ con tus emociones,  o si por el contrario das lo mejor de ti al mundo.

La honestidad con uno mismo es el principio de todo cambio.

Hadamus, creo que no me autoengaño, pero solo lo creo.....

domingo, 10 de enero de 2016

Me gusta salir de paseo...

Me gusta salir por las noches, ahora que ha llegado el invierno, a pasear. El paseo debe ser como lo inventó Walser, sin un proposito definido y, por lo general, durante un período de tiempo vago. Paseamos por norma buscando encontrar algo dentro de nosotros mismos, cuando lo que propio sería dejar la mente en blanco y empaparnos de todas aquellas sensaciones, miradas, gestos y sonidos que vayamos encontrando. Yo suelo salir a pasear, como he dicho, por las noches. Antes lo hacía en compañía, logrando que la conversación de la otra persona nos nublara un poco los pensamientos del día, pero ahora lo hago sólo.

Intento llevar conmigo una carpeta con hojas, un rotulador negro, algunas canciones y el sombrero, por eso de que en el Norte siempre corre viento. Los días de lluvia aparentan ser mejores porque desnudan la ciudad y la dejan limpia, permitiendo que el ojo descubra lo que normalmente permanece oculto bajo capas de maquillaje/polución. Las ciudades, si se las quiere bien, terminan siendo más fieles que las personas, y siempre terminamos reconociendo nuestro amor por alguna. Alguna ciudad, quiero decir. (Persona también, supongo)

A pesar de mi insomnio, soy un gran aficionado a beber café por las noches. Por eso siempre que puedo me pierdo entre las mesas del Orient Express, una cafetería con aromas de tren rancio y viajes al fin del mundo, donde más cómodo me siento. El “compartimento” del fondo a la izquierda (por aquello de que la lámpara también quede a la izquierda) (manías de uno) tiene ya mi forma hecha en el banco. Algún día deberían acordarse de que yo solía parar por allí, aunque sea abaratándome el precio del café-con bola de helado o sirviéndome ración doble de chocolatina. Una vez acomodado, abro la carpeta con folios que encontré en la basura, puede que de algún arquitecto, y me dispongo a trabajar. Escribir es un trabajo como otro cualquiera, aunque no siempre deje dinero.

En este momento, surge un problema. Recuerdos. La persona que ocupaba el otro hueco y que ahora no está. O no quiere estar. O que está tan lejos que no puede estar. La alarma de la melancolía salta y es tiempo de pagar y salir huyendo, hasta la próxima.

Para cruzar la calle, es necesario saltar algunos charcos haciendo uso del arte de los trapecistas rusos, que en ningún momento me ha enseñado nadie. Me mojo y seguiré mojado durante los dos o tres resfriados que me dura el invierno. Al torcer la esquina, abro los pulmones para que una bocanada de vida me llene hasta los poros: “TANATORIO”, reza el luminoso junto a jarrones de flores y rótulos con la orden del día. Según me de, hay días que me confundo con semblante serio entre la gente dando el pésame a unos y otros, ya que siempre hay que mantener las formas....

Hadamus, un paseador nocturno sin alevosía...

Feliz año!

Este año que empieza, por fin, no tengo ningún propósito nuevo. Soy realista. No cumpliré lo que no he hecho en todo el año pasado. Es más, aún tengo por realizar los deseos de 2013/2014/2015, que quedaron colgando.

Espero escribir más, eso sí, dejar la introspección de mi diario para ejercitarme en las calles. Al fin y al cabo,  como dice mi amigo Andrés: “este año ha sido un año, que no es poco”.

Feliz año 2016… bueno, y 2015 también.